La dieta alcalina – Introducción

La salud general del cuerpo, la mantenemos principalmente a través de la alimentación. Hoy en día se ve afectada por el consumo desmedido de comidas rápidas. Estas “comidas” tienen alto contenido de harinas blancas, azúcares y productos industrializados. Todos son ingredientes de una insalubre dieta ácida.

Los efectos de una alimentación sin frutas ni verduras (ambas base de la dieta alcalina) se hacen notar a corto plazo. Es cuando pueden empezar a aparecer enfermedades, algunas más leves y otras más complejas.  Son señales de alerta para hacer las modificaciones necesarias en la dieta.
De este modo, no solo comprobamos la veracidad de la conocida frase “somos lo que comemos”, sino que también somos en consecuencia con lo que dejamos de comer. Todo nos afecta positiva o negativamente, tanto lo que ingerimos como lo que omitimos consumir.

Así, nuestra dieta modifica nuestro pH corporal y nuestras células. Termina siendo parte de un estilo de vida que no solo altera la cantidad sino también la calidad de los años que vivimos.

El pH de la sangre es un número que se deduce de la relación del bicarbonato sanguíneo y del dióxido de carbono. Todos nosotros respiramos, inhalamos oxígeno y exhalamos dióxido de carbono que, si se acumula, nos intoxica. Por esta razón, el pH es una ecuación para darnos un valor absoluto de la relación entre el bicarbonato -que es una sustancia alcalina destinada a equilibrar la acidez de nuestro cuerpo- y el dióxido de carbono, que es una sustancia ácida que se excreta. A mayor bicarbonato, menos dióxido de carbono, y viceversa, ya que uno tiene que transformar al otro.
El primer científico en hablar sobre la acidez del cuerpo y de las células fue el premio Nobel de Fisiología y Medicina, Otto Warburg. Él describió la relación entre la falta de oxígeno (hipoxia) y la acidez de la célula por el aumento del ácido láctico y el dióxido de carbono. Estas características celulares son propias del cáncer, es decir que el cáncer vive y crece en un medio ácido y sin oxígeno. Estos datos contundentes nos deben hacer pensar que para prevenir el cáncer es muy importante mantener nuestro cuerpo oxigenado y en un estado alcalino. esto significa: contrario a los estados de acidez.

La sigla pH significa “Potencial de Hidrógeno” y su escala va desde el 0, que es lo más ácido, a 15, que es lo más alcalino. Lo normal para nuestra sangre es 7, que es un intermedio. Siendo el pH una relación del bicarbonato sobre el dióxido de carbono, nos tiene que producir un producto final de 7,4 para nuestra sangre. Así hay un equilibrio entre estas dos sustancias. El ph 7,4 es para la sangre, pero dentro de cada célula puede variar y no es estable. En eefecto aquí hay variaciones de los productos que se incorporan y se excretan.
Los alimentos que producen un medio ácido son:

  • las harinas blancas
  • la de trigo
  • la de arroz
  • los derivados de panificación (galletitas, panes, pastas, facturas)
  • carnes de vaca y de cerdo
  • mariscos
  • chocolates
  • condimentos (kétchup, mostaza, vinagres, etc.)
  • pickles.

Las bebidas ácidas son:

  • el alcohol en todas sus variantes (vino, cerveza, bebidas blancas)
  • los derivados pasteurizados como las leches descremadas
  • el café
  • el té común
  • el mate
  • algunas gaseosas
  • las bebidas que contienen edulcorantes y aromatizantes
  • las bebidas dietéticas, que tienen aspartanos y ciclamatos que son altamente acidificantes.

Si ingerimos predominantemente estos alimentos y bebidas, y carecemos de alimentos que producen su contracara de alcalinidad, favorecemos el crecimiento de bacterias en nuestro intestino. Ellas se alimentan, se reproducen y generan más acidosis. Además, este tipo de alimentación produce constipación, lo cual cierra el circuito al incrementar la reproducción de bacterias.
La respiración celular ocurre en una organela llamada mitocondria. Por eso, debemos mantener a estas organelas en perfecto estado de salud porque son el verdadero pulmón del cuerpo. Está demostrado que al aumentar la acidosis, las mitocondrias mueren. Cuando es así, se genera un estado de baja producción de oxígeno y comienzan a producirse las sustancias que aumentan la acidosis.
La vida de las mitocondrias depende de los hábitos alimentarios de una persona. Hace 200 años, con la Revolución Industrial, hubo un abrupto cambio en la alimentación de los seres humanos, con un incremento masivo de hidratos de carbono (harinas y azúcares refinados), que no solo tienen efectos acidificantes, sino también adictivos.